YIBRIL
1
Bajo el dintel, mitad luz mitad vacío
húmedo desviste su intensa gravedad de moribundo
Mi mano tiembla al cerrar la única puerta que los dos reconocemos
la que se rompe en un relámpago
único reloj que nos abrazó entonces
Su juventud me aturde, me horroriza mi voz, la cicatriz y ese viejo pecado
Nuestras sombras dejan atrás la huella líquida y cristalina
Su piel, fría, húmeda, inabarcable nube solamente, olor ácido y violento
su lengua sumisa y verde se escurre en mi garganta
sus ojos me descubren al igual los espejismos
No es más que mi infinito, un vello que descubro en medio de su ombligo
y lo sabe
Y hoy qué voz la mía sino grito inaudible
Pero fue ese instante, solamente
Ese instante en que bebí en su centro hasta lo más diáfano
Mi memoria viene después y se hace al poniente, como cualquier navío, como cualquier
gaviota
Su sonrisa y el mechón negro, negra retina es vida que estrujan mis latidos
Su voz se perderá al igual que el aleteo pertinaz de mis dos alas
mi pecho herido por gustos de muchachos será viejo descanso en su momento
El egoísmo es parte letal
y yo lo acepto
he ganado y puedo morir otra noche sin consciencia
Mañana le buscaré de entre todos los muertos
aguzaré la vista, el tacto, la nariz inmaculada
y lloraré en silencio el paso de los tiempos.
2
Por qué tu sombra
Aureola, coral dúctil
Isla asediada por tus vellos
mar que me estrangula
con esa juventud violenta y generosa
ahí, aquel único día entre mis días
Por qué solo dos noches persisten
escondidas, avergonzadas
sedientas de ti y de mi
fantasmas condenados a la misma cama
siempre, a la misma purificación
ala misma soledad del padre y el hijo
He aquí tu corazón y tus riñones
Por qué no olvidar tu voz y nada más
y no seguir bebiendo el sudor de tus axilas
no asirme ya al delirio de tus piernas
a la vela de un barco hundido hace tantos años
Por qué no tener la certeza de no volver a verte
Por qué no olvidar tus labios, el aroma de tus ingles
El aroma de la alberca y el zumbar insoportable de la avispa
El paso de los años, hijo serías, mío y de todos los hombres
Yo un padre amante y eficaz
De la mano por la mañana
Sobre tu vientre en las noches
Y el aroma del deshielo.
3
Si tu ombligo
Y ese yo que se diluye entre mis manos
Pudiesen verterse en las dos bocas
Lo mismo que mi lengua encontró en la pared aquella tarde
savia que un solo día dejamos caer sobre azulejos
Si hubiéramos guardado ese silencio a la mirada
Ese pudor a no encontrarnos en otro espacio que el presente
Si aún pudiera volver a mis años como un juego
Valdría la pena volver a decir amor en ese instante de inconsciencia
Podría haber sido solo el baño, luz primordial y peste a caracol noctámbulo
Sin el bochorno que se acurrucó en la piel, la nuestra
Sin el coro de poetas viejos y el golpe brutal a tu inocencia
Podría haber existido este prodigio de volver al sur que no tiene edad y es cielo abierto
Primigenio estado de amarnos un segundo y despedir a las auroras
tus islas, cada una, haberlas dejado flotar en la amnesia de mi sexo
tu voz, invocando los tres hilos de azul que irradian mis rodillas
Más preferimos el futuro y dejamos que el oleaje nos perdiera
Dos cuerpos donde se mece el aroma
lejana piel
flotando en sal.
MARIO HEREDIA
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