QUERIDO ALE
Querido Ale:
Casi escucho los ruidos de tu casa y el alboroto de domingo en tu regreso, veo el silencio de tu novia y la añoranza atragantada entre el corazón y la razón, el contemplar de La Sobina incrédulo del regreso y las noches sin ti, la parsimonia de Marcela y el aceptar tus sueños que casi son los de ella, los brazos de Daniela que con cierta inconsciencia te tocan tu espalda con fatigas inéditas, y las cartas de Lorena que con amorosa ternura agradece tu regreso, y en un rincón de tu casa, la mirada de Pai, con toda la añoranza que no deja ir a tu encuentro. Todo esto lo ves tú y lo sabías desde siglos, tu juegas con dormir casi sin retorno y competir con el trofeo desde memorias, y ¿qué nos dejas a nosotros? Sólo contemplarte y amanecer después dela lluvia con el manso estar del aire esperándote. Que gusto estar tan cerca de ti.
Leticia.
(Correo enviado a Ale Ochoa el 7 de noviembre del 2001.)
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