NUESTRO ENSAYO
Entonces y sólo entonces, los dos sabemos
que no el amor sino la oscura muerte nos precipita a vernos cara a cara a los ojos, y a unirnos y a estrecharnos, más que sol os y náufragos, todavía más, y cada vez más todavía Xavier Villaurrutia. |
A Bernardo Vivanco.
He ensayado muchas veces tu muerte, papá.
He acomodado en el féretro tus sombras, y
en los huecos que toqué avergonzada, escondí mis caricias;
cóncavos rechazos.
Los dos sabemos que tu muerte nos va a doler en cristales de silencio.
Entonces, sólo yo sé que me burlaré dolorosamente de tu anticipo al mundo de los muertos,
el único que no puedes controlar desde tu sillón verde y ajado,
rodeado de libros y fotos de familia que no observas.
He ensayado el místico acomodo de los coros en tu Misa, a última contigo.
He ensayado el momento de entregarte al fuego, ése que sólo me devolverá polvo ajeno.
Leticia Gomez Ibarra, enero de 1999.
NARRACIONES |
EPÍSTOLAS |