el tio nacho
Carlos de la Mora Navarrete:
En nuestra casa de Justo Sierra No.416 en la Ciudad de Guadalajara el tío Nacho tenía su habitación con dos ventanas que abrían al jardín y a la alberca, la única alberca que tenía nuestra familia; todos los conocíamos en los clubs y en las películas, así que era nuestro orgullo,con su agua clara y fresca. Solíamos lavar la cada semana y disfrutábamos la satisfacción del trabajo; el premio, festejándolo con prolongadas bañadas hasta caer la tarde, y la Nana almidonada llamarnos para dar un birote con frijoles.
Ahí, en la ventana, mi tío Nacho nos saludaba con la sonrisa del Abuelo Federico y la autoridad de Ma. Teresa, mi abuelita. Fue un sol la llegada con nosotros, aunque no comprendíamos de lleno el motivo de vivir aquí sólo rumores de una fabrica, demandas de un socio en México.
Su ropa y toallas, las cuidábamos con un esmero femenino que se nos ha desarrollando sin permiso, quizá suplíamos un poco la ausencia de ustedes, de Chulada, de su propio hogar y mitigar la nostalgia no comprendida que a veces le poseía. Narrándote todo esto Carlos, revivo aquel tiempo, y sé ahora que al abrazarlo nos
respondía su calidez, así su recuerdo está aquí, con nosotros latente, y lleno de historia.
La Tía Carmela a veces, anunciaba su visita y Corría al jardín con.mi canasta a cortar flores las más bonitas, los jazmines, y las hojas verdes del níspero para adornar su llegada. Mi mamá horneaba panes de natas y mantequilla la nana chilaquiles y jugos de lima, el birote, las panelas, los tamales. Mis papas lo apoyaron sin preguntas, y tío Nacho se integró a la familia de la noche a la mañana. La musica de Agustín Lara, mi tío y mi mami bailando; la hora de la copa, las botanas al medio día.
La nana y las tortillas con sal de grano,y mi tío Nacho presumiéndonos que lo había cargado de bebé, en el Santuario, y lo bañaba cada tarde. Los tíos Polo, Nena, Lancha, Federico, Ma.Elena, Ernesto, abuelos, todos con barajas, que tejían estilo.
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De la Mora,
“Gozo todavía de ese reencuentro del hermano mayor, aquel Nacho que se aventuró a la Capital, por un título para entregárselo al agente viajero, su padre, mi abuelo Federico.
Comprendimos después lo de la fabrica (¿Pinto Mex?) y su desesperación por sostenerlos, eran muchos hijos; su orgullo por la Chulada, al enfrentar todo esto con fuerza,transformando la casa de San Pedro de los Pinos en habitaciones de huéspedes americanos, llevar niños al Colegio Alemán en la Willys con reloj de inglesa. Lloro al recordar esos encuentros de tus padres en la estación del tren, llenos de ese amor que ahora tú y yo ya conocemos, esa espera y sensual entrega cuando se ama verdaderamente.
“Es tan breve el amor y tan largo el olvido”, decía Pablo Neruda y mis tíos lo vivieron en ese tiempo sin tregua, Carlos, ese cariño paterno del que tú careciste en ese tiempo, a nosotros nos abrazó como una bendición.
Tío Nacho me enseño a manejar, tenía 12 años yo, y una almohada para ver la calle, y mil sueños que se
los contaba nombrandole mi cómplice, entre barquillos y tejuino del Polo Norte. Fué un tiempo en que la figura masculina y paterna es bien importante en una niña que tocaba la adolescencia. ¡Qué privilegio haberle tenido tan
cerca!, que triste que todo lo que recibíamos de él, se basara en la ausencia de ustedes y la nostalgia de tu mamá.
Un buen día, mi tío se regresaba a México: acomodamos su ropa, sus zapatos y limpiamos la maleta, lo cargamos de birotes y panelas y besos y adioses. Iba a la Capital por su título de dignidad que me decía había perdido. Retorno 204 #18 (creo) Unidad Modelo.
Los cimientos que nos dejo tu papá irrepetibles con esa huella infinita que nos unió y nos fundió con ustedes para siempre. Ahora que tú y yo nos reencontramos en 1990, fue impresionante ver como te le pareces, tú tono de voz, tu sonrisa; perdí el ahora frente a ti, regrese al ayer sentí a mi tío Nacho tan cerca de mi! en tus manos vi sus manos, escuché tus conceptos de la vida,las bromas, son su eco eterno, su trascendencia, su total entrega regresé te vi, y me vi caminando juntos en la última década del siglo XX.
Las estaciones del año dan vueltas,se repiten y pierdo la cuenta. Las flores del jardín de Justo Sierra 416 ahora 2176 son casi las mismas,sus troncos están ahora más fuertes; mis padres ahí están, las cortinas se decoloran y las alfombras se rompen con el correr de los años. La alberca, ahí quieta y sin voces, nuestras voces; las ventanas de su habitación ahí están,cerradas, como queriendo atrapar su presencia del ayer, sola, lo veo ahí, porque lo evoco y lo abrazo.
– ¡Hola tío! ¿Sabes que hemos caminado todos con aciertos, desaciertos, amores, desamores, alegrías que queremos atrapar? Que los que nos sorprenden, que nos cubren todavía, hasta aferrarnos al destino.
Aquí estamos Tu y Yo Carlos de la Mora, las voces de nuestros hijos, nuestro ahora, y al ver te siento que de alguna forma podré pagar esa deuda que no recibió mi tío, la vida no le dio permiso.
Trascender es tocar lo intocable, alcanzar el ayer. Que sea pues, esté tiempo y hasta siempre, nuestro caminar basándonos en su recuerdo, con alegría, en su presencia eterna, en su INMORTALIDAD.
Tocaremos sus mensajes que flotan en la atmósfera de la madurez de nuestro ahora y día a día, mi queridísimo primo nos vestiremos de personas con todo el lujo de la verdad y el deseo infinito de vivir.
“Cuando soñamos parece que vivimos,
cuando vivimos parece que soñamos
y así confundiendo los sueños con la vida,
y la vida con los sueños sin sentir nos apagamos."
Elias Nandino, poeta Jalisciense.
Leticia Gomez Ibarra.
Guadalajara, Jal., a noviembre de 1990.
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