Don Tacho, el Árbol y el eclipse
A diez año de ése día plantamos una jacaranda el día del eclipse, cuando Don Tacho no regresó.
No fui por él, porque el ir y venir en cajones me ahoga; no tenía familia no sabíamos su edad, sólo nos contaba que era de Sonora como el Patrón.
Ahí se quedó en el anfiteatro, solo, solo, no lo recuperé, para qué?
Entré al cuarto que rentaba y reconocí mis muebles de recién casada, el mantel de gancho sobre una mesa redonda de madera, la colcha que bordé dos floreros opacos, regalos de boda.
Sobre su buró tenía una credencial vieja y rota que tomó de la basura algún día, la foto de Fernando el hijo mas pequeño que Don Tacho seguía desde sus primeros pasos. El no aceptó su jubilación ; todas las mañanas amanecía en la casa junto al sol, barría y abría la cochera para decir adiós a su niño.
“Yo no me voy de aquí porque sino procuro a mi niño, me muero“
Leticia Gomez Ibarra 1991.
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